Las administraciones y el desarrollo sostenible

 

Muy recientemente se ha publicado un informe que ha suspendido a España en medio ambiente. El Índice Mundial de Sostenibilidad Medioambiental, elaborado por las universidades de Yale y Columbia, la Comisión Europea y el Foro Económico Mundial, otorga a España 48,8 puntos sobre 100 y sitúa al país en el puesto 76º de una lista de 146.

Al hilo de tan desastroso resultado el secretario general para la Prevención de la Contaminación y del Cambio Climático de Medio Ambiente, Arturo Gonzalo de Aizpiri, destacó que uno de los principales problemas del medio ambiente en España es “la poca eficiencia en el uso de energía, agua y materiales”. Aizpiri achacó la “preocupante ineficiencia” recogida en el informe Perfil Medioambiental de España 2004, elaborado por 70 expertos coordinados por el Ministerio, a un “sistema económico basado en el ladrillo y en el aumento del uso del coche sin planificación y sin ahorro”. Y añadió “las principales bolsas de ineficiencia no se dan en la industria, sino en los hogares y en el transporte” Este informe destaca que España ha vivido un crecimiento económico insostenible basado en el despilfarro de los recursos naturales como el agua o la electricidad. El consumo de agua creció casi un 47% entre 1996 y 2001, por algo más del 20% de aumento del PIB en el mismo período. La demanda de agua en España es de 900 metros cúbicos por habitante y año, mientras que la media europea se sitúa en los 662 metros cúbicos.

Por otra parte un estudio del Instituto Geográfico Nacional ha señalado que entre 1990 y 2000 las zonas urbanizadas aumentaron en España un 25%, mientras que la superficie de bosque perdió 240.000 hectáreas (el equivalente a la provincia de Álava).

También muy recientemente la Conferencia Internacional sobre Biodiversidad reunida en la sede de la UNESCO de París ha señalado que La Tierra sufre una extinción de especies sólo equiparable a la desaparición de los dinosaurios. El ritmo de desaparición es tan rápido que entre 2002 y 2004 el número de especies amenazadas pasó de 10.046 a 15.589. El director general del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, Klaus Toepfer dijo “ha llegado el momento de plantearnos la manera de interrumpir esta pérdida de diversidad por el bien de nuestros hijos y de nuestros nietos”. Y Michel Loreau, presidente del comité científico de la citada conferencia añadió “No creo que podamos escapar a una catástrofe en el plazo de algunos decenios”

En resumen, una pésima situación mundial, con España muy mal situada en lo que al cuidado del medio ambiente se refiere. Y Soria está plagada de intentos, unas veces logrados y otras no, de destrucción medioambiental, con la consiguiente pérdida de biodiversidad y sostenibilidad, que en ASDEN denunciamos continuamente. Esos son los datos y los hechos. No es suficiente apropiarse de la palabra sostenibilidad y usarla a troche y moche sin ningún criterio, para cualquier proyecto. Si quieren mejorar en esa penosa situación de la clasificación de sostenibilidad en la que nos han situado no les va a bastar con llamar a todo “sostenible”. Hay que demostrarlo.

La vicepresidenta de la Junta, Mª Jesús Ruiz, ha dicho que no nos preocupemos, que para velar por el medio ambiente ya está la Consejería de Medio Ambiente. Si eso fuera así, y las administraciones encargadas de cuidar por el medio ambiente lo hicieran, España no habría suspendido estrepitosamente en la clasificación mundial, y ASDEN podría por fin descansar. Por desgracia el Partido Popular no ha abordado nunca seriamente  los grandes problemas medioambientales. Así que nombraron Consejera de Medio Ambiente en la Junta a Mª Jesús Ruiz, que nunca se había significado por sus preocupaciones ambientales. Fue un cargo esencialmente político, en el que se dedicó sobre todo a defender los planteamientos de colectivos interesados en que el insostenible modelo hidráulico siga como está, apoyando la destrucción provocada por la presa de Castrovido. Hasta tal punto parece que ser Consejera de Medio Ambiente es un cargo “decorativo”, que sólo fue para ella un peldaño en su carrera política, pisado y rebasado en pocos meses, en aras de mayores logros. Esto no quiere decir que no haya técnicos en la Consejería que hagan una excelente labor, pero ¿arriesgarán su situación laboral contradiciendo los planteamientos de sus jefes políticos? Hay que comprender que no.

Cosa parecida ocurría en el Ministerio, con Jauma Matas, sobre todo experto balear en conseguir votos para su partido por métodos tortuosos, pero que en el Ministerio hizo lo posible por llevar a cabo la insostenibilidad del Plan Hidrológico Nacional, afortunadamente superado.

Hay que reconocerle al PSOE (y ojalá el PP hiciera cosa parecida: haría falta un pacto de Estado como el antiterrorista en pro de la sostenibilidad) que por fin ha nombrado en España a una ministra, Cristina Narbona, que entiende de medioambiente, que es sensible a esos temas desde hace muchos años, y que está promoviendo cambios importantes que eran absolutamente necesarios. Entre otros el de las Confederaciones Hidrográficas, las administraciones más nefastas para el medio ambiente que había en el país. Naturalmente no se hacen transformaciones verdaderas, que no sean mera verborrea vacía de contenido, sin provocar resistencias enconadas entre los que se niegan a abandonar sus modelos insostenibles. Ahora mismo hay una campaña orquestada contra la ministra y, en Castilla y León, contra la presidenta de la CHD. Desde aquí nuestro apoyo a todo lo que sea avanzar en pro de lo que se ha llamado la “nueva cultura del agua”.

No está claro que a Cristina Narbona la dejen hacer, ni siquiera dentro de su propio partido. De momento ya se ha tragado el tener que renunciar a aplicar el canon del agua en esta legislatura, con el que se trataba de controlar el despilfarro del recurso, según las recomendaciones de todos los expertos y organismos internacionales. Pero el poderoso colectivo de los regantes frenó lo que es imprescindible lograr en pro del bien colectivo y la conservación para las generaciones venideras.

En Soria ha pasado cosa parecida. El subdelegado del Gobierno, Germán Andrés, ha querido complacer a la Cámara Agraria provincial diciendo que “transmitirá la necesidad de limpiar los cauces de los ríos”. Nadie se opone a que, con los debidos trámites y la obligada supervisión de técnicos de medioambiente se eliminen los tapones que pueda haber en el río (provocados muchas veces por el arrastre debido a los dragados previos). Pero si lo que llaman “limpieza” quiere decir meter la excavadora en el lecho y rectificar su cauce, como han estado haciendo hasta hace muy poco, es una salvajada ambiental que pagamos todos y que además resulta ineficaz a corto-medio plazo, como demuestra el hecho de que sigan pidiendo dragados una y otra vez. A una agricultura fuertemente subvencionada –y aunque no lo estuviera- se le deben exigir, y de hecho hay leyes al respecto que habría que cumplir, criterios medioambientales. Entre otros alejar los cultivos de los cauces de los ríos para evitar no sólo inundaciones, sino también la eutrofización y contaminación del agua que bebemos por abonos y productos fitosanitarios. Y por supuesto, sacar las vacas del embalse.

Definitivamente suspenso en sostenibilidad y medioambiente. Responsabilidad última de las administraciones. Y eso no se arregla sólo subvencionando el uso de la palabra sostenible por todas partes. Además hay que hacer algo.

                                                                          

                                                                           Carlos Gonzalez

                                                                           DNI: 51951948P

ASDEN, 31 de enero de 2005